¿Qué es una performance?

En inglés es simplemente una actuación; o, en arte contemporáneo, una interpretación escénica que suele basarse en la provocación.

Marina Abramovic declara  haber abortado para ser artista

  

Marina Abramovic, “madrina o abuela de la performance” declaró en una entrevista al periódico alemán Tagesspiegel que había abortado tres veces porque su trabajo era más importante que la vida familiar y tenía miedo de que ésta la  destruyera (¿como artista?). Ella no podía compartir la maternidad con su trabajo, porque “la energía en el cuerpo es limitada”.

Estoy de acuerdo en que es muy difícil a una mujer destacar como artista estando casada y con hijos. De hecho, Abramovic se lo propuso y ha expuesto en el MOMA y ha estado en cuantos sitios relevantes para el arte del siglo XX ha sido necesario. No veo inadecuado que renuncie a la maternidad. Hasta muchas santas, científicas, artistas… lo han hecho. Que alardee de matar las posibilidades de dar vida en su cuerpo en varias ocasiones es en sí otra provocación. Su vida entera lo ha sido. Desde luego no ha parido; pero, sin duda, ha hecho muchas “paridas”. Sus partos o alumbramientos han sido una sucesión de abortos; porque no ha alumbrado la vida, sino que se ha regocijado en acciones, que no alumbran sino sentimientos y sensaciones de fondos oscuros.

Es como un manifiesto que cínicamente afirma que las que hemos elegido ser madres y esposas no podemos ser artistas; o, al menos, tener éxito.

Es cierto; el éxito es muy difícil; tener fama, aparecer en los medios tiene su precio. Provocar, producir sensaciones de sorpresa, asco, miedo, repulsa… es, sin embargo, muy fácil. Es una especie de prostitución; y muchas performances tienen bastante de pornográfico, de gore. ¿Es eso arte?

En definitiva, ha comprado el éxito a un precio bastante caro. Ha vendido su vida.

Ahora bien, no hay mejor obra de arte que un hijo, que el amor realizado.  Para ello, sin embargo, hay que liberarse de la fascinación por la novedad y ser original ante todo.

La performance de una maternidad

Naturalmente que me gustaría tener éxito, que mis obras se cotizaran en el mercado internacional. Pero jamás venderé mi alma al diablo. No quiero ver mi retrato de Dorian Grey lleno de botox desparramándose a borbotones entre los gusanos de la pudrición.

La mejor performance es escuchar la voz de la vida y dejar que se fragüe en ti. Aunque la performance es algo más que teatro, porque busca una implicación personal y una interpelación en el espectador, es todavía más un circo. ¡Atención, pasen y vean,  todavía más!

Luego resulta que esta misma vida tiene sus ecos dramáticos y hasta trágicos. No hace falta provocarlos; vienen solos. Pero entonces no los queremos admitir. Es preferible ponerse delante de una cámara y hacer como que un espectador coge una pistola y te apunta (simulando que ate va a matar). Es más televisivo. ¿Es arte? Hay espectadores, eso sí.

En la performance de la vida resulta que te quedas embarazada, tienes un cáncer hormonodependiente, te dicen que debes sacrificar la vida de tu hija (porque era mi hija lo que tenía en mi vientre) a lo que no accedo, te operan con anestesia local una mastectomía parcial de la mama derecha en el octavo mes de embarazo; se cumple el tiempo y te provocan el parto durante una semana y ella no nace, sino a través de una cesárea, quizá para salvarme la vida; por fin, sale con tres vueltas de cordón umbilical alrededor del cuello, lo que no le permitía salir; ¡por fin sale y sin sufrimiento fetal! Casi. Ya podéis quitarme la mama con su metástasis. Lo hacen inmediatamente. Todo el departamento de ginecología y de oncología estaban pendientes y admirados de lo que la esperanza de una madre podía hacer para dar confianza a su hija para que saliera a la luz.  Pensaban que mi vida acabaría pronto después de esto. Había que parar el curso de las hormonas en el proceso natural de amamantar para que este no me invadiera de células malignas. Así que tuve que renunciar a darle el pecho a mi niña y privarle de los beneficios inmunológicos de la leche materna. Lo siento, pequeña. Esto aún sigue doliéndome. Pero no tuve alternativa. 

Esta fue una performance que no busqué pero vino con la vida. Seguro que tú, Marina Abramovic, la hubieras deseado para ti. 

Te la has perdido, chica.

Y yo llevo disfrutando de la mejor obra de arte, que no mía (yo no he sido más que un pincel) durante 30 años. Es razón y alegría de mi existencia y motivación para surcar los caminos del arte. Mi cara ya tiene arrugas y ha perdido la belleza de la juventud, pero no tiene botox ni aparecerá en un cuadro patético a lo Dorian. Gracias, hija, tú eres la mejor Actuación de la Vida.