PERCEPCIÓN DEL COLOR
Siempre he sentido vivamente el don del color, lo he percibido como un regalo; lo identifico con la visión; ver es ver el color. Las formas se pueden conceptualizar a partir del tacto, del volumen. A esta concienciación ha contribuido en parte un antiguo amigo de la familia ciego. Él llegó a decirme que podía percibir el color a través del tacto o el sonido como si fuera una cualidad inherente más allá de la percepción visual. Este optimismo (¿no aceptación?) me impresionó y me hizo valorar mucho más el don de la vista. ¿Qué concepto de violeta, de azul, por ejemplo, puede tener un invidente?
Sin duda, será más bien una idea producida por la fantasía. Quizá los que vemos tendríamos que descender más menudo al mundo de los invidentes para valorar mejor el color.
Con esta reflexión no pretendo más que estructurar mi propia experiencia.
EL COLOR PERCIBIDO POR EL ARTISTA
Mi pasión por el color va más allá de la propia materia. Esta tiene color; pero el color no es de su propiedad. Como bien dice (a propósito de la obra de arte) Rodin, “no existe seguramente ninguna obra de arte que deba su encanto solamente al equilibrio de líneas o de tonos y que se dirija únicamente a los ojos. Si, por ejemplo, los vitrales del siglo XII y XIII encantan nuestras miradas por el aterciopelado tono de sus azules profundos, por la caricia de sus violetas tan suaves y sus carmines tan cálidos, es porque estos tonos traducen la mística felicidad que los piadosos artistas de esas épocas esperaban gozar en el paraíso de sus ensueños” (El arte. Conversaciones reunidas por Paul Gsell. Córdoba, 1944; p. 101). Son muchos los artistas que sienten una trascendencia en la percepción de las formas creadas por otros artistas, les parece que un mensaje especial les viene entregado gracias a la obra de arte. El artista ve en las propiedades físicas de los colores algo más que una trasferencia de luces o cualidades de los objetos.
¿QUÉ ES EL COLOR?
¿Será porque no existe el color del objeto químicamente puro?, ¿o es que más allá de la realidad aparente existe una visión del hombre?; ¿será que su visión personaliza las cosas y así las recrea?; parece ser que la visión es también interpretación. La percepción de los objetos, de la vida pasa por la mente y la conciencia del hombre, se multiplica en visiones diferentes en diferentes puntos de vista; es lo fascinante y el riesgo de la visión humana.
Pero, el hombre despersonalizado, sin conciencia, sin arte, cosifica la vida, priva a la naturaleza -siempre bella en sí- de su proceso evolutivo y la lleva a un mundo más negro que el de los invidentes; porque estos “imaginan” el color en su mente; pero el hombre “que no ve”, que ve sin sentido creador es ciego. Lo peor que puede ocurrirle a un ser humano no es quedar invidente sino «no ver» con los ojos de la mente, no personalizar, sin sentido crítico o creador; quien así pasa y atropella las cosas se está perdiendo lo sagrado del color.