
Estas notas son reflexiones personales (algunas derivadas de lecturas) que no pretenden enseñar, ni elaborar hipótesis ni tesis, ni principios… y no tienen pretensión académica. Desde los límites que la experiencia personal me impone y desde la libertad que busca la verdad sin prejuicios y el arte.
Así que pueden criticarme los filósofos, los científicos, los teólogos; o mejor, que me cuenten su propia experiencia; no lo que saben, sino lo que sus saberes han gritado en sus vidas.
Tengo formación como teóloga y filóloga; pero quiero prescindir de los conocimientos para hacer hablar a mis convicciones y sentimientos.
Me pregunto ¿es la meditación algo espiritual o algo físico?
Meditar es centrarse en el hemisferio derecho. La quietud ayuda porque así se aquieta el hemisferio izquierdo.
Las palabras, el discurrir verbal, son propios del hemisferio izquierdo. Así que la palabra ayuda cuando es repetitiva, como un mantra, como una jaculatoria, como un koan.
LA PALABRA
Ayuda en los primeros niveles (una lectura, una reflexión piadosa, una plegaria) para ir separándose del mundo cotidiano. Ayuda al hemisferio derecho por medio el izquierdo, que va centrándose y despegándose. Es importante que el yo se apague, las iras, las inquietudes, el desasosiego, la ansiedad. Entonces, a veces, es bueno usar la palabra.
La lectura del libro Un ataque de lucidez de Jill Taylor me han iluminado sobre el funcionamiento de nuestro cerebro y la relación existente con la meditación. Lo recomiendo vivamente.
MÚSICA
En la música intervienen también los dos hemisferios.
Al ser averbal, anicónica, más física que conceptual, va más al hemisferio derecho. Puede conducir al centramiento, al olvido del yo y de la circunstancia; cuanto mejor aprese suavemente la atención del hemisferio derecho (se nota en que el discurrir cesa, las inquietudes… todo calla).
Si la música (percusión o melodía simple y mejor repetitiva o cíclica) se siente más físicamente que analíticamente, más emocional en el nivel de los sentidos, mejor; lleva a la mente sin discurso, a sentirse uno con la música, con el instrumento, con el aire, con el agua, con el cosmos.
RESPIRACIÓN
Es la guía en todos los procesos. El ritmo, la palabra y la música se deben acompasar a la respiración. Ésta debe también aquietarse y alargarse. La oración del peregrino ruso, relato del siglo XIX, basado en las enseñanzas de la Filocalía y los santos padres orientales, es una gran técnica: acompasar la respiración a una jaculatoria: inspirar (1ª parte), espirar (2ª parte).
METÁFORAS, IMÁGENES
Las metáforas, los relatos míticos, la teología, las imágenes que se basan en éstos, también sirven de intermedio, de canal o cauce para ir aquietando la mente y llevándola hacia el centramiento.
La metáfora es la palabra que expresa algo gracias a una semejanza con algo de la realidad. Es una imagen mental. Los relatos míticos están preñados de metáforas.
También hay que desprenderse de la metáfora, porque supone un ejercicio del hemisferio izquierdo. Aunque el procedimiento de creación y de lectura de la metáfora recurre al hemisferio derecho al asociar intuitivamente imágenes plásticas sin un esfuerzo discursivo.
METÁFORAS Y EMOCIONES
Muchas imágenes mentales representan sentimientos y emociones. Por ello las necesitamos y usamos. Por ejemplo, el sentimiento de sentirse protegido, acogido y amado se representa con la metáfora PADRE o MADRE. La sensación de sentirse comprendido, confiado, con la metáfora del amigo (JESÚS). La sensación de estar en la verdad, en comunión con la verdad y la justicia con la imagen del MAESTRO o del SEÑOR. El sentimiento del ser completado y amado con la metáfora ESPOSO. La sensación y necesidad de ir por el camino recto, acertado, de no perderse, de “pacer por buenos pastos” con la de BUEN PASTOR. Etc.
Son todas metáforas bellísimas y llenas de calor humano que nos hace sentirnos y ser mejores.
Nos hemos agarrado tanto a ellas que nos hemos quedado en las imágenes y no hemos traspasado el muro que existe entre el significante y el significado, el “como si” para llegar al SOY, ERES, ES.
El esfuerzo de todos los místicos ha sido precisamente tratar de explicarnos que lo importante no está en las imágenes, sino en la experiencia. Así, por ejemplo, San Juan de la Cruz por medio de imágenes poéticas (con toda la carga de libertad que la poesía supone) trata de llevar al alma a la cima del monte, a la nada.